El secreto de una alberca cristalina y saludable
20 de septiembre de 2025
Una alberca con agua tan clara como una lágrima no es casualidad. Detrás de esa apariencia transparente hay técnica, prevención y constancia. Más cloro no significa más seguridad; de hecho, un exceso puede provocar irritación en piel y ojos, olores fuertes y un gasto innecesario. La clave está en el equilibrio químico, la filtración adecuada y un plan de mantenimiento preventivo.
En este artículo te explicamos paso a paso cómo lograrlo en tu alberca, ya sea residencial, de condominio o en un centro recreativo en CDMX.
Equilibrio químico: menos es más
El error más común es pensar que “más químicos” es sinónimo de “más limpia”.
En realidad, el agua necesita un balance preciso entre diferentes parámetros:
pH: debe mantenerse entre 7.2 y 7.6. Si baja, el agua se vuelve ácida e irritante; si sube, reduce la efectividad del cloro.
Cloro libre: el nivel recomendado es de 1 a 3 ppm. Más de esto no aporta seguridad extra, solo olor fuerte y molestias.
Alcalinidad: entre 80 y 120 ppm ayuda a que el pH se mantenga estable.
Dureza del calcio: previene corrosión en tuberías y evita incrustaciones en mosaicos.
Temperatura y sólidos disueltos totales (TDS): factores que influyen en la sensación del agua y en el confort del usuario.
Un agua equilibrada es invisible: no huele, no irrita, no deja marcas.
Filtración y circulación: el corazón de tu alberca
Un sistema de filtración bien calibrado hace la diferencia entre una alberca cristalina y una opaca.
Filtros: deben limpiarse y realizar retrolavados en los tiempos adecuados (usualmente cada semana, dependiendo del uso).
Bomba y circulación: es importante que el agua esté en movimiento al menos 8 horas al día. Esto evita que las bacterias encuentren zonas estancadas para crecer.
Mantenimiento del equipo: revisar sellos, válvulas y manómetros asegura que la presión sea la correcta.
Cuando el filtro no funciona bien, ningún químico podrá compensarlo.
Rutina preventiva: la constancia paga
El mantenimiento preventivo es la mejor inversión: evita gastos mayores y garantiza agua siempre lista para usarse.
Cepillado: una vez por semana en paredes y escaleras para evitar formación de algas.
Aspirado: al menos cada 7–10 días, para eliminar sedimentos.
Pruebas químicas: con kits de tiras o reactivos líquidos se pueden medir pH, cloro y alcalinidad en 2 minutos.
Bitácora: llevar un registro semanal ayuda a detectar variaciones antes de que se vuelvan problemas costosos.
Un buen plan preventivo reduce en más del 40% los costos de corrección por agua verde o enturbia.
Seguridad y bienestar: más allá de lo estético
El agua cristalina transmite confianza. Pero no es solo estética:
Salud de usuarios: evita irritaciones en piel, ardor en ojos o problemas respiratorios por exceso de cloro.
Confianza: en condominios o clubes, un agua limpia genera satisfacción y evita quejas.
Plusvalía: una alberca en buen estado conserva el valor de la propiedad.
Una alberca con mal mantenimiento puede convertirse en un foco de bacterias, generar malos olores y hasta cerrar temporalmente las instalaciones.
Curso técnico: aprende a mantener tu alberca
En Construye a Medida capacitamos a administradores, responsables de instalaciones y dueños de albercas con un curso práctico de tratamiento químico y filtración.
Aprenderás:
Cómo medir parámetros de agua con instrumentos profesionales.
Cuándo y cómo hacer retrolavados.
Ajustes de químicos precisos (sin exceso).
Protocolos de seguridad para usuarios.
Con este conocimiento, tendrás autonomía, confianza y ahorro en el mantenimiento.
Conclusión
Mantener un agua clara como una lágrima es posible con la fórmula correcta:
Equilibrio químico preciso.
Filtración y circulación constantes.
Rutina de mantenimiento preventivo.
Capacitación para el personal encargado.
Invertir en prevención significa más salud, menos químicos y mayor tranquilidad para tu familia o usuarios.
Agenda tu curso técnico y plan de mantenimiento preventivo con nuestro equipo experto en CDMX.